Pedro González Caro

La fe en Dios no siempre elimina los desafíos de la vida, pero nos da la fuerza y la oportunidad para enfrentarlos con valentía. Cuando pedimos a Dios ser valientes, no siempre nos da directamente la valentía, sino la oportunidad de ser valientes. En cada acto de coraje, en cada paso hacia la justicia y la participación ciudadana, encontramos la posibilidad de ser valientes. Así construimos, con fe y acción, una sociedad más justa y democrática.

En una democracia, el verdadero poder reside en sus ciudadanos. Ellos son los guardianes de la libertad y los actores principales en la construcción de una sociedad justa y democrática. La valentía comienza cuando el ciudadano entiende que su voz es crucial y que sin su participación activa, los valores democráticos no pueden sostenerse. El miedo es la sombra que nos paraliza e impide nuestro desarrollo como ciudadanos en ejercicio pleno de nuestros derechos, pero la valentía es la luz que nos impulsa a actuar.

La participación ciudadana es más que un derecho; es un deber. Es el motor que impulsa el cambio y fortalece la democracia. Sin la contribución activa de cada individuo, las instituciones democráticas carecen de la fuerza necesaria para resistir los embates del autoritarismo. Es en la participación donde encontramos el verdadero poder de transformar la realidad y avanzar en la consolidación de los valores democráticos y la construcción de un país de libertades donde todos los ciudadanos puedan crecer y tener las oportunidades de desarrollo.

Los países no se transforman por causas abstractas, sino por causantes concretos: los ciudadanos y sus líderes. La transformación democrática requiere valentía colectiva, un compromiso de cada individuo, de cada ciudadano para trabajar en conjunto hacia un objetivo común. Cada acción, por pequeña que sea, suma en el gran esfuerzo de construir y consolidar una democracia sólida y sustentable para las generaciones futuras.

En la historia de la humanidad, valores como Integridad, Justicia, y Libertad han generado los más grandes movimientos revolucionarios. Un ejemplo de esta aseveración es la Revolución Francesa, en cuyo lema destacaban palabras como Libertad, Igualdad, y Fraternidad; valores que aún pasados más de dos siglos desde su invocación, siguen vigentes porque son la esencia de la sociedad que los reclama como suyos por derecho.

La historia nos enseña que los grandes cambios nacen de la determinación de los pueblos. Cuando los ciudadanos se unen, dejan de ser meros observadores y se convierten en protagonistas del cambio.

Cada uno de nosotros tiene el poder de influir y cambiar nuestro entorno. Debemos motivar a los ciudadanos a pasar del miedo a la valentía, de la pasividad a la acción, de la desesperanza a la esperanza. Es nuestra responsabilidad colectiva construir los valores democráticos y garantizar su sostenibilidad.

La construcción de una sociedad más justa y democrática no solo depende de la valentía de unos pocos, sino del compromiso colectivo de todos sus ciudadanos. Se trata ciertamente de una decisión individual, pero de efecto colectivo.

A continuación algunos elementos adicionales de inspiración que nos guiarán en este esfuerzo hacia la metamorfosis del miedo a la valentía.

  • Una democracia que garantiza el ejercicio de las libertades y el derecho a elegir para todos los ciudadanos es el pilar fundamental sobre el que se construye una sociedad justa. La participación activa y la valentía de cada individuo son esenciales para mantener y fortalecer estas libertades.
  • Un país que brinde a los jóvenes la posibilidad de construir su futuro en su propia tierra es un país que invierte en su mayor recurso: su gente. Esto requiere políticas y acciones valientes que promuevan la educación, el empleo y el emprendimiento.
  • El reencuentro de todas las familias en Venezuela es un sueño compartido que requiere valentía para superar divisiones y trabajar juntos hacia la reunificación. Una sociedad fuerte y cohesionada es aquella que valora y promueve la unidad familiar.
  • Una vida cotidiana digna, que facilite el trabajo, el estudio y la convivencia social para todos es una meta alcanzable con esfuerzo colectivo. La valentía aquí es perseverar en la mejora de las condiciones de vida, garantizando que cada ciudadano tenga las mismas oportunidades de prosperar.
  • Un país en donde el esfuerzo de todos es reconocido y valorado, es un país que promueve el sentido de pertenencia y orgullo nacional. La valentía está en reconocer y celebrar los logros colectivos, fomentando una cultura de gratitud y colaboración.

Inspirémonos en estos elementos y recordemos que la valentía no es la ausencia de miedo, sino la determinación de actuar a pesar de él. Cada pequeño acto de coraje contribuye a un cambio significativo y duradero. Con la participación activa y el compromiso de todos, podemos construir una Venezuela democrática, inclusiva y próspera.

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