Por Pedro González Caro

La democracia, es un concepto mucho más amplio que una simple forma de gobierno “del pueblo para el pueblo”. La democracia es una forma de vida. En democracia, los ciudadanos tienen la oportunidad de aprender y ayudarse unos a otros para formar los valores y establecer las prioridades que servirán de guía para instrumentar planes, que los conducirán al logro de los objetivos. Pero para lograrlo es imperativo desarrollar cultura cívica para construir comunitariamente los valores y principios que determinarán esa forma de vida y nuestra relación con el resto de los ciudadanos, con nuestra historia y nuestro gentilicio.

Los valores democráticos reconocen la igualdad de derechos, libertades, dignidad y obligaciones, sin diferencias originadas por su pertenencia étnica, política o social; respetan los derechos y la dignidad de las personas y reconocen la democracia como un bien común para toda la sociedad. En la medida que estos valores se fortalecen crece el vínculo entre el gobierno y el ciudadano; crece la democracia como forma de vida.

El camino a la democracia es una lucha constante, un esfuerzo permanente, continuado y sin pausas. Mahatma Gandhi reflexionaba sobre este esfuerzo y nos dejó una frase que a todas luces resulta muy relevante y pertinente a los tiempos que se viven en nuestro país. “La alegría está en la lucha, no en la victoria”, en la máxima de Gandhi, resalta primeramente la importancia del proceso y del esfuerzo, por encima del resultado final. Esta frase sugiere que el verdadero valor y la satisfacción debe encontrarse en el viaje, en el esfuerzo, en las pequeñas victorias diarias y los logros individuales, y sobre todo, en el compromiso individual que cada ciudadano pone como grano de arena para vencer los desafíos, y con ello,  construir la democracia en la que quiere vivir.

En esta frase destacan tres palabras que son los pilares del esfuerzo. Alegría, la verdadera satisfacción y felicidad provienen de saber que hemos dado lo mejor de nosotros mismos, independientemente del resultado final. La esperanza del logro se alimenta del esfuerzo de nuestro trabajo y del sacrificio que ponemos por decisión propia para alcanzar los objetivos. Los ciudadanos somos el gran factor de cambio y de construcción de nuestra propia democracia y de nuestra propia Libertad. En segundo lugar, encontramos una palabra Lucha, que tiene diversos significados, entre ellos algunos vinculados al combate, la contienda, o la disputa. Pero nosotros adoptaremos el que está relacionado con el esfuerzo, la dedicación la perseverancia. Es en la lucha donde encontramos crecimiento personal y aprendizaje de lo vivido, de los logros y también, sobre todo, de las equivocaciones. Durante la lucha, desarrollamos resiliencia, para afrontar las adversidades, y construir comunitariamente las capacidades para superar los obstáculos. La lucha es el corazón del esfuerzo continuo, es la determinación y la firmeza de propósito y la convicción de que lo que estamos haciendo es lo correcto para construir la democracia. La piedra angular de la lucha, es el compromiso con el que nos dedicamos a la causa de la democracia asumiendo los desafíos que se presentan.

Para cerrar estas reflexiones encontramos en la frase de Gandhi la palabra Victoria. Sin lugar a dudas conseguir la meta es gratificante, sin embargo, esta frase nos invita a no encontrar la felicidad únicamente en alcanzar el éxito, porque en el único lugar donde se encuentra “éxito” antes que “trabajo” es en el diccionario, así que debemos valorar el camino que hemos recorrido para alcanzarlo, ese camino, está lleno de esfuerzo, trabajo y sacrificios. La victoria se refiere a la culminación exitosa de una tarea, alcanzar una meta que trae consigo reconocimiento y satisfacción, como recompensa intangible de haber materializado el logro y, finalmente, la victoria está asociada al crecimiento y al desarrollo personal por haber sido parte de un todo que contribuyó a la construcción del Estado de libertades al que aspiramos, a la democracia como forma de vida, en la cual una ciudadanía activa se involucra plenamente en el ejercicio de los derechos sociales y políticos, que no admite mezquindades ni acepta migajas, cada ciudadano entiende y asume plenamente su responsabilidad para mantenerse informado para poder hacer los aportes oportunos a la construcción de la forma de vida en democracia, que brinde oportunidades en condiciones de igualdad y justicia, que cada quien reciba las oportunidades sin importar su origen ni sus orientaciones, creando un espacio de tolerancia y de respeto mutuo, de convivencia democrática,  valorando las diferencias, porque precisamente en las diferencias es que está el crecimiento y el desarrollo de las sociedades empoderadas para participar plenamente en la vida democrática del país.

Al traerles estas reflexiones sobre la eterna lucha de los hombres por sus ideales, por su cultura o sencillamente por su supervivencia,  pretendo invocar el carácter moral, ético y sustantivo de la voluntad de cada uno de ustedes y crear  una atmósfera de meditación intensa y consciente  sobre estos  aspectos que están quebrantando la capacidad de lucha de nuestra sociedad, el momento exige de nosotros el compromiso de difundir con la mayor vehemencia la energía que nos han legado los valores humanos, que son la esencia misma de nuestra sociedad. Hoy más que nunca nuestro país, deposita su confianza sobre quienes deben asumir la responsabilidad de timonear esta nave, hasta un puerto seguro lejos de los chubascos del desaliento y la desesperación.

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