Por Andrés Cañizález
En las elecciones presidenciales celebradas en Venezuela el 3 de diciembre de 2006 se consolidó el modelo político hegemónico que encarnaba Hugo Chávez Frías. El presidente fue reelegido de manera amplia, sin ninguna denuncia de irregularidades en la jornada electoral y rápidamente reconocido como triunfador por la oposición y el gobierno de Estados Unidos.
Después del 3D, el presidente Chávez metió el acelerador a fondo para impulsar lo que pasó a denominar el Socialismo del Siglo XXI, con lo cual quedó en rol bastante secundario la bandera de la Revolución bolivariana que había sido su signo político, en la primera etapa a partir de la toma de posesión, el 2 de febrero de 1999.
Siete años después de su arribo al poder, el otrora comandante militar, no sólo había obtenido el 3D lo que a fin de cuentas fue su mayor caudal de votos, sino que coronaba entonces un control total sobre el resto de instituciones públicas. Para esto último le terminó resultando útil la estrategia opositora de no participar en las elecciones parlamentarias de 2005, un caso que ya abordamos en un artículo anterior que puede leerse en este link.
Con un parlamento completamente “rojo, rojito”, como se sostenía entonces para identificar a las instituciones plegadas al chavismo, se hizo muy fácil designar magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, así como a las máximas cabezas del resto de poderes públicos (Fiscalía, Defensoría, Contraloría), incluido el estratégico Consejo Nacional Electoral.
Las urnas mostraron resultado irrebatible
El presidente Chávez resultó reelecto con 7,1 millones de votos (62,89%), mientras que el candidato unitario de oposición, Manuel Rosales, obtuvo 4,1 millones (36,85%). La abstención fue de 23%. Como sostenía una reseña de la revista SIC: “los venezolanos acudieron masivamente a las urnas electorales, hubo pocos incidentes y un ente electoral facilitador del proceso”.
Entonces gobernador del estado Zulia, Rosales se convirtió en candidato gracias a un acuerdo político que incluyó a los otros aspirantes presidenciales opositores, el dirigente del partido Primero Justicia, Julio Borges, y el editor del diario Tal Cual, Teodoro Petkoff. La campaña entre Rosales y Chávez fue absolutamente desigual y ante las denuncias de ventajismo, especialmente en el uso de los medios de comunicación del Estado y de las cadenas nacionales de radio y televisión, el CNE decidió que no se haría auditoría de los gastos en propaganda electoral en aquel 2006.
Rosales protagonizó una campaña “con un verbo enardecido”, según SIC. El candidato y fundador del partido Un Nuevo Tiempo, con frecuencia arremetió contra el despilfarro, el autoritarismo, la corrupción y la ineficiencia administrativa. Hizo énfasis en los planes sociales que pondría en práctica si llegaba al poder y esto tenía sentido, ya que las encuestas mostraban que su candidatura tenía apoyo claro de los sectores medios y altos de la sociedad, pero no entre los pobres o la clase media-baja.
En un sentido contrario, la campaña electoral de 2006 será recordada por la estrategia oficial de suavizar la figura de Chávez, incluso quitándole el rojo como color habitual de vestimenta y asumiendo el eslogan de “Por amor”. El presidente necesitaba bajar las aprehensiones y temores que su encendido discurso de izquierdas levantaba entre los sectores altos y medios.
De acuerdo con SIC, en aquella campaña se habló del voto oculto como hipótesis de un voto opositor que no se manifestaba en las encuestas por temor, pero que sí lo haría en las urnas, especialmente en las barriadas o entre los empleados públicos. Lo que ocurrió en verdad fue que hubo un voto oculto, pero más por vergüenza entre la clase media en admitir que votaría por Chávez.
Con tres años consecutivos de crecimiento económico, apalancado por el petróleo, Chávez estuvo en esta campaña mostrándose como un líder internacional. Mientras transcurría el tiempo previo a las elecciones, el presidente venezolano hizo giras internacionales, anunciaba el financiamiento de obras públicas en otros países y se mostraba como una suerte de mecenas para los gobiernos y movimientos progresistas de la región.
Estando en la cresta de la ola, teniendo recursos económicos, popularidad y reconocimiento internacional, Chávez planteó como meta electoral algo que a fin de cuentas resultó imposible de cumplir. Sin que haya claridad del por qué, el presidente proyectó que su candidatura debía alcanzar los 10 millones de votos.
Si bien la figura central del chavismo venía creciendo de forma sostenida, ya que en 1998 había obtenido 3,6 millones de votos, en 2000 subió a 3,7 millones, y en el referendo revocatorio de 2004 un total de 5,8 millones de personas votaron por su permanencia, resultaba un exabrupto pretender saltar a los 10 millones de votos. Con su estilo personalista, Chávez puso aquella meta y eso terminó empañándole al propio candidato lo que fue sin duda una victoria muy importante, ya que 7,1 millones de personas votaron por su reelección.
Los anuncios después de la elección
Decir que el presidente Chávez pisó el acelerador a fondo después del 3D no es una exageración. La victoria fue celebrada y muy rápidamente comenzó una andanada de anuncios presidenciales que hicieron de aquel diciembre un período navideño bastante singular, ya que el chavismo pasaba a una nueva etapa con implicaciones de todo tipo para la vida política, económica, social y hasta cultural del país.
Entre los distintos anuncios que tuvieron lugar en aquel diciembre de 2006, figuró el cese de la licencia para el canal de televisión abierta RCTV; la declaración del carácter estratégico y estatización de los servicios de agua, electricidad y telecomunicaciones; creación del Estado comunal. Junto a esto, el mandatario manifestó su deseo de reformar la Constitución de 1999 para permitir la reelección indefinida del presidente y al mismo tiempo declarar como socialista a la República Bolivariana de Venezuela. El discurso del Socialismo del Siglo XXI, que tímidamente había aparecido en 2005, pasó a ser un asunto central en los mensajes presidenciales a partir de entonces.
“La victoria de Chávez el 3 de diciembre fue contundente. Aumentó su caudal electoral tanto en términos absolutos como porcentuales. A juzgar por la lectura que Chávez y sus seguidores hacen de su triunfo, éste significa el apoyo a su discurso ideológico, especialmente en lo relativo a su intención de impulsar definitivamente el Socialismo del Siglo XXI, estableciendo cambios de fondo en el ordenamiento constitucional”, resumía en febrero de 2007 el jesuita José Virtuoso, entonces director del Centro Gumilla, aquel clima político posterior a las elecciones presidenciales.
Virtuoso resaltaba que el espaldarazo a Chávez, en votos y el respaldo que mostraban las encuestas, eran fundamentalmente un endoso a su persona por parte de los venezolanos, especialmente los más pobres que seguían teniendo en él la esperanza de una vida mejor. Aquello no representaba una muestra de apoyo a un discurso ideológico en especial, y menos a las banderas del llamado Socialismo del Siglo XXI.
El jesuita y politólogo sostenía que las elecciones habían consolidado una “hegemonía presidencialista” en Venezuela, con un Hugo Chávez que no parecía someter a consulta sus decisiones, sino que sencillamente las dictaba. Un caso sintomático de esta conducta presidencial estuvo en torno a la propuesta de Chávez de conformar un partido único.
Menos de dos semanas después de las elecciones presidenciales, un Chávez exultante anunciaba el 15 de diciembre de 2006 la fundación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), dando por finiquitado lo que había sido un espacio desde 1998, el Movimiento V República (MVR). Más que llamar a un debate a los partidos aliados, el presidente sólo transmitía una decisión ya tomada: “declaro hoy que voy a crear un partido nuevo. Invito a quien me quiera acompañar a venirse conmigo (…) los partidos que quieran manténganse, pero saldrán del gobierno. Conmigo quiero que gobierne un partido. Los votos no son de ningún partido, esos votos son de Chávez y del pueblo, no se caigan a mentiras”.
Partidos como Patria Para Todos (PPT), Podemos y el histórico Partido Comunista de Venezuela (PCV) reaccionaron de manera discreta, expresando dudas y anunciando que estudiarían lo señalado por el presidente. Finalmente, no se fusionaron con el PSUV, pero pasaron a tener una actitud sumisa con el presidente en los años subsiguientes.
El populismo redistributivo
El periodista y sociólogo español Ludolfo Paramio, fallecido el pasado mes de junio, escribía en 2006 en la revista Nueva Sociedad una caracterización del gobierno chavista en Venezuela. Cabe acotar que en aquel año una edición completa de esta publicación de la Fundación Ebert de Alemania estuvo dedicada, de forma íntegra, al mandatario, bajo el sugestivo título de “América Latina en tiempos de Chávez”. Este ejemplo da cuenta del impacto que tuvo en aquel momento la figura del presidente venezolano.
Paramio observaba un cambio en el clima ideológico de América Latina, en algunos casos con la llegada de fuerzas democráticas de izquierda al poder. “En otros casos, este cambio ha tomado la forma de populismo”. Para el analista español, “la Venezuela de Hugo Chávez es el caso más notable del regreso del populismo en su forma tradicional redistribuidora”.
“Con una visión exagerada de su protagonismo regional y apoyado en las rentas de petróleo y gas, Chávez corre el riesgo de convertirse en un elemento desestabilizador que proyecte la polarización de la sociedad venezolana al resto de América Latina”, pronosticaba, como escenario, Paramio en 2006.
Para este autor, no existía ninguna duda en definir a Chávez, en primer término, por su populismo: “la retórica de Chávez de rechazo a los partidos como cómplices de la oligarquía y traidores a los intereses populares constituye un ejemplo de manual del discurso populista”.
Fuentes
Centro Gumilla (2006). “Editorial: Participación popular versus estatismo”. En: SIC. N° 687. pp. 290-291.
Centro Gumilla (2007). “Vida Nacional: Socialismo, partido único y anuncios que ponen a temblar”. En: SIC. N° 691. pp. 46-48.
Paramio, Ludolfo (2006). “Giro a la izquierda y regreso al populismo en América Latina”. En: Nueva Sociedad. N° 205. pp. 62-74.
Virtuoso, José (2007). “Balance 2007 y perspectivas políticas 2007”. En: SIC. N° 691. pp.5-9.
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